jueves, 31 de julio de 2014

Cuestiones de método en Geografía


Estudio del paisaje en la Región del Bermejo, La Rioja.
Prof.Lic.Adriana Mercedes González
Magister en Estudios Sociales

Partiendo de la hipótesis de la tesis doctoral, de que El actual paisaje en la Región del Bermejo de la Provincia de La Rioja es el resultado de la acción humana en el uso de los recursos naturales (agua y suelo) con fines agropecuarios y se encuentra en estrecha relación con el crecimiento y distribución poblacional produciendo lentas transformaciones del paisaje en el período 1990-2010” (González, 2012), se plantea el siguiente ensayo como una manera de reflexionar sobre las diferentes teorías del paisaje existentes a lo largo de la historia, para luego encuadrar el proyecto de tesis doctoral. Todo ello, partiendo del estudio dinámico de las categorías fundadoras de la Geografía desde la reflexión teórica sobre el espacio y el paisaje en el período actual.

La Geografía propone algo más que describir paisajes, pues la simple descripción nos da elementos suficientes para una comprensión global de aquello que pretendemos conocer geográficamente, la organización de los espacios. Sin embargo, “la fisonomía del espacio geográfico puede ser de suma utilidad para el análisis geográfico cuando se lo aborda superando lo aparente o lo anecdótico. Es decir, superando la descripción de sus rasgos a modo de una fotografía hablada, ir más allá y preguntarnos acerca de las razones y factores que participaron en la generación de una determinada apariencia”. (Chioza y Carballo, 2006).    
El paisaje, en efecto, se convirtió desde principios del siglo XIX en un objeto esencial de la investigación geográfica. Se aceptó que “la combinación de los fenómenos en la superficie terrestre se traduce en tipos diferentes de paisajes (Landschaften, Landscapes, paysages) en unas morfologías diferenciadas del territorio” (Capel, 1981). “En Alemania, el concepto Kulturlandschaft fue introducido por Otto Schluter (1872-1952) que insistió en la noción de paisaje como objeto de la Geografía y en la importancia de describir de forma precisa el paisaje, punto de partida para una posterior clasificación y en analizar su génesis y su evolución a partir del primitivo paisaje natural, así como su organización funcional” (Capel, 1981).
La preocupación por la asociación del paisaje y actividad económica o desde la línea culturalista aparece en otros autores. “Desde el primer enfoque se puede mencionar la obra de Leo Weibel (1888-1951) al hablar de paisajes económicos resultado de cada tipo de economía de un lugar. Con respecto al segundo enfoque, la obra de Oscar Schmieder (nacido en 1891) que remarca la preocupación por la transformación de los paisajes en relación con la influencia de la acción humana, y en particular se interesó por el problema del paso desde los paisajes naturales a los paisajes culturales” (Capel, 1981).

El estudio del paisaje es evidente también en la Geografía Francesa. Vidal de La Blache utilizó en varias ocasiones el término de clara raíz humboldtiana, el de “fisonomía” como reflejo de las relaciones entre diversos fenómenos físicos y biológicos y le asignó a la Geografía, la tarea especial de estudiar las expresiones cambiantes que revisten, según los lugares, la fisonomía de la tierra. Así mismo, “Max Sorre afirma en un artículo publicado en 1958 que toda Geografía radica en el análisis de la Geografía del paisaje” (Capel, 1981).
El paisaje resulta de la relación entre tres niveles de la configuración: “una estructura en que se fundamenta, una forma en que se materializa y una faz en que se manifiesta” (Martínez de Pisón, 1998). La región se traduce en un paisaje y éste es reflejo de las relaciones que se establecen entre elementos naturales y humanos. “El paisaje es la expresión sensible de una larga trama de interrelaciones establecidas entre la sociedad y el territorio; y este análisis nos permite aproximarnos a la interpretación de lo percibido y aparente a nuestros sentidos como expresión de las fuerzas profundas que han contribuido a su configuración” (Chioza y Carballo, 2006).                  
En el marco de esta caracterización general del estudio del paisaje, esta propuesta tiene como finalidad realizar un aporte desde la Geografía como una manera de reconocer la forma y disposición de los fenómenos de la superficie en tanto que son perceptibles por los sentidos. Desde esta postura, se analizará como problemática: las transformaciones del paisaje; reconociendo además, que los paisajes constituyen las configuraciones de los espacios geográficos, que además de ejercer las funciones territoriales básicas de esos espacios, son capaces de tener una intensa influencia moral y cultural. En este sentido, nos introducimos en la temática central del análisis de las transformaciones en el paisaje rural en la Región del Bermejo en los últimos (veinte) años, en relación al uso del suelo y del agua (con fines agropecuarios) y a la distribución poblacional.
El paisaje rural de la Región del Bermejo  conforma la unidad de análisis de la investigación geográfica. Dicha región está conformada por tres departamentos: el Departamento Vinchina (al Norte), el Departamento General Lamadrid (en el centro de la región) y el Departamento Coronel Felipe Varela (en el sur de la región). En ésta región, encontramos configuraciones paisajísticas con variantes en relación a los tres departamentos y relacionadas a las disparidades en el crecimiento y distribución de la población, en el uso del suelo y del agua según las actividades económicas que se practican, en el surgimiento de nuevas empresas privadas (como la creación de las SAPEM o nuevas Sociedades Anónimas de Participación Estatal Mayorista para el desarrollo económico de la provincia y para generación de empleo genuino); dando lugar a transformaciones lentas en el paisaje rural.
Retomando la importancia del concepto de región y del análisis que realiza Sormani en cuanto a la influencia que el sistema capitalista ejerce sobre la configuración de las formaciones sociales históricas, cabe destacar que la misma se expresa en la organización del espacio exacerbando su carácter desigual, tanto a escala mundial, nacional, regional y local. “Nuestro país no escapa a la dependencia en la que nos sumerge el capitalismo, ya que en el modo de producción se distinguen claramente dos tipos de regiones: pampeana y extra pampeana. La primera se posiciona como región central y las regiones denominadas tempranas (Cuyo y NOA), tuvieron siempre un carácter periférico dentro del sistema interregional argentino. En este sentido, en cada región se fueron creando y consolidando sistemas de organización, económica, social y territorial en función del nivel alcanzado por las fuerzas productivas y de las relaciones de poder que en ellas se consumaron en cada momento histórico, confiriéndole un conjunto de particularidades que las convierten en espacios únicos”. (Alí y Canestro, 2010).
En términos generales, el paisaje en el Valle del Bermejo, Provincia de La Rioja, presentan una gran variabilidad y riqueza y se ha caracterizado por ser resultado del uso del suelo y del agua (calidad y frecuencia, idiosincrasia del productor o herencia de los antepasados en los sistemas de riego y de cultivo) y de la distribución poblacional (relacionada con el crecimiento de la población y con los intereses económicos locales; como así también de factores externos que se relacionan con las nuevas políticas que obligan al productor agroganadero a orientar la producción según las demandas del mercado de productos). La expansión agrícola produce cambios en el uso del suelo y del agua desde las primeras instalaciones humanas en la región ya que el pequeño productor se basó de su idiosincrasia (conocimiento del comportamiento de los recursos naturales) para conducir el agua desde un dique derivador hacia los terrenos de cultivos por canales y acequias y aprovechar los suelos más fértiles en la región. El mismo, conocía la composición de los suelos y trabajaba la tierra dedicándola al cultivo de la vid, trigo, maíz y frutales que se adaptan a las condiciones climáticas y ecológicas. Así también, reconocía los terrenos más aptos para el cultivo de forrajes (cebada, alfalfa, avena) dedicados al ganado ovino y caprino. Esta tradición fue heredada a las generaciones siguientes y actualmente se respeta el trazado de canales y acequias (a excepción de algunas que fueron clausuradas cuando aumentó la población, las construcciones urbanas y el trazado de calles). Aunque han surgido, nuevas explotaciones agrícolas desde empresas privadas que realizaron estudios hidrogeológicos para el aprovechamiento intensivo del recurso agua y suelo y traen como consecuencia la transformación del paisaje rural.
El paisaje se convirtió desde principios del siglo XIX en objeto esencial de la Geografía. La Geografía alemana como la Geografía francesa centró su interés por el estudio de los paisajes. “El paisaje atraviesa hoy una situación crítica y paradójica. El deterioro de conjuntos paisajísticos valiosos, la pérdida de tramas construidas del pasado y su sustitución  por configuraciones repetidas y banales, sin integración en el espacio heredado, o la difusión en los medios de comunicación de soberbios escenarios sin nombre y sin lugar, imágenes de consumo de una globalización desterritorializada, coinciden con una demanda social creciente de paisajes de calidad y con la reivindicación cada vez más extendida del derecho a vivir en entornos paisajísticamente dignos. El paisaje ha pasado así a formar parte del interés general como un elemento significativo del marco de vida cotidiano y del bienestar de la población” (Rafael Mata Olmo,  2002). Con esto, Mata Olmo explica que la crisis del paisaje refleja una problemática contemporánea que aqueja a la relación sociedad naturaleza ya que la destrucción del paisaje va unida a la destrucción del territorio.
En este contexto, el paisaje ha propiciado un interés renovado por el conocimiento científico y por el desarrollo de métodos orientados a la acción en distintas escalas sobre el estudio del paisaje. En los últimos años, los estudios de paisaje salen del ámbito estrictamente académico y se implican en las tareas de proyectar el territorio con criterios y objetivos paisajísticos desde diferentes disciplinas que intentan dirigir su mirada a la ordenación del territorio.
Desde la concepción de la Geografía del paisaje se pretende analizar las transformaciones del paisaje en la Región del Bermejo (La Rioja) en relación al análisis de las razones y factores que participaron en la generación de la apariencia actual. Por ello, es preciso analizar el paisaje en el marco de los contextos naturales, culturales, y socio-económicos.
La realidad geográfica es muy dinámica. La geografía del presente es  heredada del pasado pero con la dinámica de la organización del espacio y la valorización de los recursos que requieren las sociedades actuales. De modo que, para realizar interpretaciones sobre las transformaciones del paisaje es indispensable la búsqueda de antecedentes teóricos en diferentes fuentes de información.
Al referirse al paisaje y ordenación del territorio se cita como antecedente la obra de Rafael Mata Olmo y Santiago Fernández Muñoz (2008) quienes presentan propuestas para el paisaje del área metropolitana de Murcia y comunican los resultados del estudio de ordenación del paisaje desde la concepción patrimonial y como cualidad del territorio. La misma aporta criterios metodológicos para el análisis paisajístico con objetivos de ordenación y resultados sobre las tendencias, valores y problemas que aquejan a los paisajes de las agriculturas periurbanas y que pueden adaptarse a la temática central del proyecto. Se destaca también, el papel de la participación pública en todas las fases del estudio y se aportan propuestas para la salvaguarda y gestión del paisaje.
Desde un enfoque histórico y partiendo de la relación entre paisaje e imaginación geográfica, Denis Cosgrove (2002) en un ensayo “observando la naturaleza: el paisaje y el sentido europeo de la vista” examina los modos de visión y  busca las relaciones de éstos con las diferentes formas de percibir el espacio. Se muestra como las imágenes del paisaje construyen, a la vez que reflejan, la expresión geográfica de identidades sociales e individuales. También se explora la expresión de identidades sociales en el paisaje. De este modo, constituye un antecedente a considerar a partir del reconocimiento de significados del paisaje que las sociedades otorgan en la región de estudio y en el período establecido.
 Entre las investigaciones que se refieren a los componentes del paisaje se citan como antecedentes: a los estudios de Eduardo Martínez de Pisón (1989) reflejados en su trabajo “El paisaje: concepto territorial y preservación” que aluden al concepto geográfico de paisaje en función de su conservación, a la necesidad de un concepto integrador y a los componentes del paisaje. En el mismo, define al paisaje como una forma estructurada y una organización dinámica, con volumen, extensión, situación y peso de la que se desprende su visualización y como organizaciones dinámicas de objetos -naturales o artefactos- y de sentidos. Cuando se refiere a componentes el autor expresa: “los instrumentos metodológicos de identificación son tantos como el carácter de esos elementos requiera, pero –una vez realizado su catálogo y el de sus posibles agrupaciones- hay que relacionarlos en el paisaje, es decir, clasificarlos como conjunto, y jerarquizarlos en sus papeles relativos y en los dominantes que definen preferentemente el paisaje. Porque finalmente, lo que se debe intentar es comprender su significado en el paisaje. Los elementos de un paisaje son expresivos de las modalidades geográficas y ambientales, de las modulaciones y del estado del paisaje”.
Al hablar de la valorización de los recursos naturales y culturales, Concepción Sanz Herráiz (2000), manifiesta lo difícil de sintetizar la riqueza y diversidad de paisajes en España porque el paisaje que resulta de la transformación que han hecho las sociedades humanas, a lo largo del tiempo es irrepetible, único (no hay dos paisajes iguales, es más, ni siquiera hay dos miradas iguales sobre un  mismo paisaje). Profundiza sobre los valores productivos, estéticos, sociales y culturales. En este trabajo, realiza un estudio de los paisajes del sur (macizos montañosos, sierras y cerros, campiñas, lomas y llanos, valles, vegas, marismas, acantilados, playas, etc.), los paisajes del norte (la montaña, las nieves, los puertos y las brañas, los valles, los montes y las depresiones intramontañosas, los bosques los prados, las gargantas, las rías y bahías), los paisajes del interior continental o de la meseta y sus bordes (sierras y serranías, parameras, montes, dilatadas llanuras, valles, vegas, ríos, lagunas), los paisajes mediterráneos litorales y prelitorales (llanos y glacis, montañas, corredores, depresiones, cabos y golfos, playas, acantilados, deltas, albuferas, etc.), paisajes litorales atlántico-cantábricos (marinas, bahías, rías, marismas,, flechas, puntas, islas, acantilados, rasas, cabos y golfos, ensenadas, etc.) y los paisajes insulares mediterráneos y atlánticos.
Rafael Mata (2002) estudia el paisaje como “un espacio concreto, pero no fijo: se inscribe en el tiempo, está en continua evolución: tiempo corto o tiempo largo según los procesos que sobre él tengan lugar, según los agentes que sobre él actúen” y continúa expresando: “dada las muchas aproximaciones al paisaje también son numerosos los métodos que se han puesto en práctica para estudiarlo. En conjunto, pueden ser clasificados en tres grandes grupos, según atiendan prioritariamente al paisaje como objeto, a las relaciones de éste con el sujeto (personal o colectivo) que lo conoce, lo valora y lo modifica, o bien aspiren a una imagen sintética integrando ambos aspectos”. Lo rescatable del estudio son los modos de abordar el estudio del paisaje: los métodos físicos-geográficos (que atienden al paisaje-objeto, sin considerar su relación con el sujeto), los métodos visuales y de evaluación paisajística (basados en la evaluación subjetiva del paisaje, es decir, de acuerdo a los niveles de apreciación del mismo por el sujeto) y los métodos mixtos y sinópticos (son de carácter cualitativo, ya que persiguen una integración entre las aproximaciones objetivas y subjetivas). De ellos, se analizarán los más acordes a la presente investigación y se evaluará el alcance del mismo.
Chioza y Carballo (2006) en su obra “Introducción a la geografía” se refieren a la organización del espacio geográfico partiendo del análisis como construcción social y deteniéndose en algunos conceptos básicos para el análisis espacial: localización, escalas de análisis y relaciones espaciales de poder y paisaje. Estas autoras opinan que la investigación del hecho geográfico acerca del mundo actual debe no sólo ocuparse de las descripciones de las realidades aparentes, sino indagar, principalmente, sobre el modo por el cual la sociedad produce una particular organización del espacio y consideran en su obra, la interpretación del paisaje en un área del sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Valle de Tafí y en un establecimiento ganadero sobre la Ruta Provincial Nº5 en la Provincia de Santa Cruz. Estas interpretaciones del paisaje que parten de la información de los sentidos de las autoras (colores, luz, texturas, volúmenes, líneas y puntos, de la distribución y forma de objetos) son decodificados y expresados por el ojo experto. Se consideran para ello, tres paisajes bien diferenciados: un paisaje urbano, un paisaje rural de montaña y un paisaje rural de meseta. La experiencia de las autoras permitirá conducir la interpretación del paisaje considerando sus componentes a partir de un relevamiento fotográfico aéreo realizado en la Región del Bermejo.
Las dificultades de una teoría compartida del paisaje son atendidas por Rafael Matta Olmo (2002) en su investigación sobre “Un concepto de paisaje para la gestión sostenible del territorio”. El mismo hace referencia al paisaje como cualidad del territorio, a las representaciones sociales y a los valores del paisaje. Del desarrollo de estas temáticas interesa la noción que la Convención Europea del Paisaje (2000) tiene del mismo como territorio percibido. Constituye un ámbito conceptual de convergencia para diferentes enfoques disciplinares de estudio del paisaje e implica, además, compromisos muy importantes para la política paisajística. El paisaje como territorio percibido constituye un punto fundamental de encuentro entre objeto y sujeto, entre el ser y su visibilidad. Concibe además, la idea de carácter del paisaje y afirma que El paisaje es, en su configuración formal, la huella de la sociedad sobre la naturaleza y sobre paisajes anteriores, la marca o señal que imprime “carácter” a cada territorio”. Desde aquí se despliega el entendimiento del paisaje como patrimonio y de la importancia de preservarlo en su carácter del territorio.
Ramón José Díaz (1989) en su obra “La Rioja, encrucijada de aridez y esperanza” presenta la idea de estudio del paisaje y de sus componentes a lo largo de varios capítulos. Una cita tomada del mismo, alude a que la actividad agrícola “constituye todo un sistema de ordenaciones espaciales (forma de los campos y sus delimitaciones) y temporales, en sus relaciones con técnicas y vínculos sociales (regímenes de propiedad, tenencia de la tierra, etc.). Es un hecho complejo que determina un modo de vida, organiza el territorio y hasta crea un paisaje propio” (1989). Analiza además, los componentes del paisaje urbano y rural que constituirán una fuente de consulta para la presente investigación.
Riesgo  Chueca, P. (2008) en su obraRegión, comarca, lugar: escalas de referencia en la metodología del paisaje” afirma que: “Los estudios del paisaje han detectado homogeneidades en ámbitos diversos, destacando afinidades de comportamiento y condiciones similares de contorno que permiten ordenar jerárquicamente distintos conjuntos espaciales. La necesidad de clasificar surge no sólo de consideraciones teóricas, sino también de la conveniencia de ajustar la metodología del paisaje al ámbito de intervención política. De ahí numerosas propuestas de clasificación taxonómica”. De esta manera, la escala es entendida en un sentido flexible y no meramente cuantitativo o dimensional. Como ilustración de ello, se presenta un recorrido por tres niveles destacados —región, comarca, lugar— en las escalas del paisaje, mostrando rasgos específicos de sus metodologías; de los cuales nos permitirán ahondar en la investigación propuesta, posicionándonos en uno de los niveles de análisis.
Horacio Capel (1981) “Filosofía y ciencia en la Geografía contemporánea” nos introduce en el marco teórico-epistemológico del estudio del paisaje en la Ciencia geográfica ya que hace referencia en uno de sus capítulos al objeto esencial de la investigación geográfica a principios del siglo XIX (el paisaje) y analiza las concepciones desde la Geografía Alemana y desde la Geografía francesa; lo cual permitirá el análisis desde el marco teórico en cuestión.
Desde el concepto paisaje-territorio, George Bertrand (2008) “Un paisaje más profundo: de la epistemología al método” parte del paradigma basado en el sistema paisajístico territorializado; es decir un método adaptado a los interrogantes del medio ambiente y la ordenación territorial. Los mismos constituyen un material de consulta muy interesante ya que propone el trabajo de un inventario pre-paisajístico del paisaje-territorio fundamentado en la necesidad de múltiples encuestas y trabajos de campo. Así también, el autor propone, la matriz de lectura de los paisajes cuya función es aclarar la organización territorial del paisaje partiendo de niveles territoriales concretos. Un ejemplo del Pays d´Orthe, matriz que implica 6 niveles realizada a partir de datos iconográficos existentes: mapas, dibujos, bloques diagramas, fotografías antiguas y actuales y modelizaciones diversas. Estos niveles serán adaptados a la problemática de nuestra investigación y de acuerdo a cada tipo de paisaje regional.
En la construcción del marco teórico de la investigación es imprescindible aproximarnos a conceptos básicos en relación a la problemática planteada (relación entre espacio geográfico, territorio y paisaje):
El análisis de un paisaje y el reconocimiento de sus lógicas invisibles permiten el acercamiento a la frontera de lo territorial, y la vinculación de esas lógicas con procesos generales de la teoría social, política, económica y cultural, posibilita la aproximación al abordaje propio del espacio geográfico.
Considerando las implicancias del marco teórico, es preciso detenerse en los siguientes párrafos para analizar los aportes teóricos que se hacen, en relación al tema central de la investigación. Constituyen una descripción detallada de cada uno de los elementos de la teoría que serán directamente utilizados en el desarrollo de la investigación e incluyen relaciones significativas entre los conceptos de espacio geográfico, territorio y paisaje.
El espacio geográfico es la categoría más abstracta y expresa la relación existente entre la sociedad y la naturaleza, mientras que el territorio constituye la categoría que contempla el espacio geográfico valorizado en el que influye el poder político: “es la noción utilizada para referirse al escenario de la vida y del trabajo de las sociedades, y engloba al conjunto de los procesos de reproducción, en sentido amplio, de las distintas sociedades del globo” (Brunet, 1993). George Bertrand (2008) asocia el paisaje al territorio y propone una escenificación paisajista, la representación de un territorio complejo en su compleja y diversa cotidianidad. Así, en su obra expresa: “un paisaje siempre asociado a un territorio, al más sensible de los problemas del medio ambiente y de la ordenación territorial”.
El espacio geográfico es el espacio accesible al hombre, usado por la humanidad para su existencia (incluye tierras, costas, mares y aires), que tiene localización y que evoluciona con el tiempo: “Aunque cada punto del espacio puede ser localizado, lo que importa es su situación en relación con un conjunto en el cual se inscribe y las relaciones que mantiene con los diversos medios de los que forma parte. Ese espacio geográfico se forma y evoluciona partiendo de unos conjuntos de relaciones, que se establecen en el marco concreto de la superficie de la tierra. El espacio geográfico se presenta como el soporte de unos sistemas de relaciones, determinándose unas a partir de los elementos del medio físico, y las otras procedentes de las sociedades humanas que ordenan el espacio en función de la densidad de poblamiento, de la organización social y económica, del nivel de las técnicas, en una palabra, de todo el tupido tejido histórico que constituye una civilización”  (Oliver Dollfus, 1982). Además, el espacio geográfico constituye un conjunto de formas representativas de las relaciones que se manifiestan por medio de los procesos y funciones. Es así, que: “el espacio debe considerarse como un conjunto indisociable en el que participan, por un lado, cierta combinación de objetos geográficos, objetos naturales y objetos sociales y, por el otro, la vida que los colma; es decir, la sociedad en movimiento”(Milton Santos, 1991).
Es preciso detenernos también en el análisis territorial, es decir, descubrir las lógicas invisibles y su relación con el espacio geográfico. Moraes y Da Costa (1993) definen al territorio como “el espacio efectivamente usado, tasado o en reserva, resumen de las relaciones históricas entre la sociedad y la naturaleza”. Mientras que el paisaje, hace referencia a la imagen visual que tenemos de un espacio geográfico. Sentimos hablar de paisajes bellos e intensos o de paisajes tenues. Milton Santos (1994) explica que “el término paisaje alude a la dimensión observable y fisonómica del territorio, es decir, a su modo de presentación a los sentidos”.
La consideración territorial y patrimonial del paisaje conduce a su tratamiento político, a las acciones paisajísticas, a los agentes y a los recursos precisos para su conservación, mantenimiento y recualificación. Matta Olmo y Fernández Muñoz (2010) propone el reconocimiento de la territorialidad del paisaje, presente en la propia definición de la Convención Europea, es decir, el entendimiento del paisaje como una cualidad del territorio: “supone dirigir la atención a todos los paisajes, a las bellezas sobresalientes, pero también a paisajes más ordinarios, banales incluso, que constituyen los contextos paisajísticos de la vida cotidiana de la gente. Asumir la territorialidad del paisaje supone también abordar sus cambios e incorporarlos a las tareas de análisis, de diagnóstico y, sobre todo, de ordenación”.
Después de analizar las conceptualizaciones del espacio geográfico en relación al territorio, hay que definir al paisaje.  Los paisajes constituyen la apariencia del espacio geográfico y reflejan las influencias de las fuerzas de la economía, la cultura y la política. Appadurai (2001) reconoce cinco dimensiones del paisaje contemporáneo: étnico, mediático, financiero, tecnológico e ideológico. Con ello, explica que los paisajes urbanos como rurales combinan rasgos culturales, económicos y políticos atravesados por los efectos de la globalización: el avance de la tecnología, de la ciencia, de los medios de comunicación masiva, de la difusión rápida de la información, etc.
Las transformaciones del paisaje son el resultado de la  influencia de las fuerzas económicas, culturales y políticas. Bolos, Capdevila y Gómez Ortiz (2009) hacen alusión a que el estudio del paisaje debe poder referirse a cualquier ámbito del territorio, sean cuales fueren sus dimensiones y contenidos, y hacerlo de manera consecuente con la expresión resultante de un proceso histórico vivo (haciendo referencia al tiempo).
En la actual investigación se apunta a las alteraciones del paisaje en la Región del Bermejo en los últimos veinte años. Por lo tanto, otro concepto a definir es el tiempo. Como dice Moraes y Da Costa (1993) “el tiempo materializado en los paisajes” debemos rastrearlo en cada caso y explica que en cada momento histórico los territorios y paisajes cobran significados diferentes. A la vez, es preciso destacar las principales características de los paisajes en cada momento histórico: sus componentes sociales y naturales, las relaciones existentes entre ellos, los actores sociales que despliegan sus vidas y sus producciones, las razones y lógicas de sus acciones, las formas espaciales resultantes, entre otros. Por ello, Moraes y Da Costa aluden a distintos tiempos: rápidos y lentos, de coyuntura y estructura, cortos, medianos y largos. Ellos presentan distintas duraciones y ritmos y reflejan cambios en la cultura, la política, el ambiente, la tecnología, la economía, etc.
Los paisajes constituyen la cara visible de procesos de conformación territorial particular  y exhiben conjuntos de objetos que se fijaron progresivamente con el tiempo. Milton Santos (1996) explica que “la idea de acumulación histórica-material y simbólica- de objetos y acciones sobre la superficie terrestre sugiere que las formas espaciales revelan las condiciones sociales, económicas, culturales, políticas, tecnológicas y ambientales de la época en que fueron creadas y, a la vez, tienen funciones propias del presente”.
Así también, es destacable el concepto que Denis Cosgrove presenta en su obra, donde analiza las relaciones entre paisaje y la imaginación geográfica desde un enfoque histórico: “La idea de paisaje es la expresión más significativa del intento histórico de reunir imagen visual y mundo material, es resultado de un proceso”.
Las citas anteriores, reflejan que el paisaje no es únicamente naturaleza, el paisaje implica también componentes culturales: construcciones, rutas, plazas, monumentos, parcelas agrícolas, cercados, etc. Por ello, Bertrand (2008) nos dice: “El paisaje no es la naturaleza y no hay naturaleza paisajística. La artificialización es la regla a partir del doble proceso de antropización (impacto de las sociedades en los medios) y sobre todo de la socialización (construcción cultural de la naturaleza)” y continua afirmando que el paisaje más artificial conserva siempre, una parte natural (de procesos bio-físicos). De todos modos, el estudio se dirige al análisis del paisaje natural; como así también a los cambios surgidos en las últimas décadas, transformaciones que revelan la construcción cultural a lo largo de la historia de los pueblos. En relación a ello, Teodoro Lasanta Martínez y David Nogués Bravo (2002) advierten que el estudio de lo natural y de los paisajes agrarios constituye temas de dilatada tradición y son recurrentes a la Geografía.
En conclusión, a lo largo de la historia diferentes culturas se han interesado por el estudio del paisaje; notándose grandes discrepancias basadas en características sociales, culturales y geográficas de cada civilización; como así también en el panorama científico y filosófico. En los últimos decenios del siglo XIX se contempla una reacción neta contra el positivismo y el naturalismo, que en la Geografía coincide con el desarrollo de la escuela regional y del paisaje y con inflexión en la metodología científica que acepta ahora facultades como la intuición y desvía el objetivo hacia la comprensión de la realidad compleja. Por ello, Jean Brunhes expresaba que hacer un verdadero estudio geográfico de un país, es verlo y comprenderlo (por medio del uso de la intuición).
Ante este panorama, y desde principios del Siglo XIX el paisaje se convierte en un objeto esencial de la investigación geográfica; aceptándose que la combinación de los fenómenos en la superficie terrestre se traduce en tipos diferentes de paisajes “landschaften, Landscapes, paysages”. A su vez, cada región se traduce en un paisaje. Con esta idea, se encaminará el análisis del paisaje en la Región del Bermejo descubriendo diferencias en los tres departamentos que la conforman.


Bibliografía
-Bertrand, George (2008): «Un paisaje más profundo: de la epistemología al método”- Cuadernos Geográficos, Vol. 2, Núm. 43, pp. 17-27- Universidad de Granada-España.
-Capel, Horacio (1981): “Filosofía y ciencia en la Geografía Contemporánea”- Editorial Barcanova.
-Ciccolella, Pablo (1998): “Territorio de consumo. Redefinición del espacio en Buenos Aires en el fin de siglo”, en Gorenstein, S. y Bustos Cara, R. (Compiladores) Ciudades y regiones frente al avance de la globalización- Editorial de la Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca.
-Chorley, Richard J.: “Nuevas tendencias en Geografía”. Instituto de estudios de administración local. Madrid, 1975.
-Díaz, Ramón José: “La Rioja, encrucijada de aridez y esperanza”- Editorial Magisterio del Río de la Plata- Buenos Aires, 1989.
-Japiassu, Milton: “introducao ao pensamiento epistemológico”. Francisco Alex. Rio de Janeiro, 1977.
-Matta Olmo, Rafael en su investigación sobre  “Un concepto de paisaje para la gestión sostenible del territorio”- Universidad Autónoma de Madrid, 2002.
-Matta Olmo, Rafael (2002) “El estudio del paisaje”, en la obra: “Los paisajes de Madrid: naturaleza y medio rural”. Editorial Española- Capítulo I-
-Matta Olmo, Rafael- Fernández Muñoz, Santiago (2002) “Paisaje y ordenación del territorio: propuestas para el paisaje del área Metropolitana de Murcia”-Dpto.de Geografía, Universidad Autónoma de Madrid- IV congreso Internacional de ordenación del territorio, Zaragoza (España).
-Rodríguez Martínez, Francisco (1999): Convención Europea del Paisaje-Instituto Desarrollo Regional-Granada-Cuadernos geográficos
-Riesco Chueca, Pascual; Gómez Zotano, José; Álvarez Sala, Damián (2008): Región, Comarca, Lugar: Escalas de referencia en la metodología del paisaje-Cuadernos Geográficos- ISSN (Versión impresa)- Vol. 2, Núm. 43, pp. 227-255- Universidad de Granada- España.
-Recomendación CM/Rec (2008) del Comité de Ministros a los Estados miembro sobre las orientaciones para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje- adoptada por el Comité de Ministros el 6 de febrero de 2008.
-Sanz Herráiz, C. (1996): “Naturaleza y cultura del agua en el paisaje ibérico”. En Martín Duque J. F. y Montalvo, J. (eds.), Agua y Paisaje. Naturaleza, cultura y desarrollo, Madrid, MultiMedia Ambiental, ISBN: 84-921659-0-1, págs. 100-128
-Sanz Herráiz, C. (2008): “Panorama del paisaje en España”, Cuadernos de Ordenación del Territorio, FUNDICOT, nº 2008, 1, págs. 29-30
-Sanz Herráiz, C. (2000): “El paisaje como recurso”.  En Estudios sobre el paisaje. Madrid, Fundación Duques de Soria y UAM: 281-292.
-Sanz Herráiz, C. (2000): “Los paisajes naturales españoles. Caracteres propios y necesidad de conservación”. En La Conservación del Paisaje, Fundación Biodiversidad, Sevilla: 47-86

-Santos, Milton (1994): “Técnica, espacio, tempo. Globalizacao e meio técnico-científico informacional”- San Pablo, Hucitec.

Ruralidad y cuestión agraria regional: una mirada geohistórica del Noroeste Argentino


El paisaje rural en la Región del Bermejo-La Rioja y su transformación
Lic.Adriana Mercedes González
Magister en Estudios Sociales
Primera parte
Partiendo de una mirada geohistórica se propone situar una problemática rural en un contexto específico, a partir de la siguiente hipótesis central del trabajo: El actual paisaje en la Región del Bermejo de la Provincia de La Rioja es el resultado de la acción humana en el uso de los recursos naturales (agua y suelo) con fines agropecuarios y se encuentra en estrecha relación con el crecimiento y distribución de la población produciendo lentas transformaciones del paisaje en el período 1990-2010”.  Se tendrán en cuenta los aportes de la Geografía y de la Historia y de las conceptualizaciones básicas tratadas en el curso de ruralidad y cuestión agraria regional.
El paisaje se convirtió desde principios del siglo XIX hasta la actualidad en un objeto esencial de la investigación geográfica y constituye la expresión sensible de una larga trama de interrelaciones establecidas entre la sociedad y el territorio, en la que intervienen cuestiones históricas; permitiéndonos aproximarnos a la interpretación de lo percibido y aparente a nuestros sentidos como expresión de su configuración. El análisis de un paisaje y el reconocimiento de sus lógicas invisibles permiten el acercamiento a la frontera de lo territorial y del propio espacio geográfico. El espacio geográfico es la categoría más abstracta y expresa la relación existente entre la sociedad y la naturaleza, mientras que el territorio es la noción utilizada para referirse al escenario de la vida y del trabajo de las sociedades, y engloba al conjunto de los procesos de reproducción de las distintas sociedades. En este sentido, George Bertrand (2008) explica que un paisaje siempre está asociado a un territorio, a los problemas del medio ambiente y a la ordenación territorial. Se entiende así, que el espacio geográfico se presenta como el soporte de unos sistemas de relaciones, determinándose unas a partir de los elementos del medio físico, y las otras procedentes de las sociedades humanas que ordenan el espacio en función de la densidad de poblamiento, de la organización social y económica a partir del tejido histórico que constituye una civilización. Por ello, en todo estudio de ruralidad son imprescindibles los aportes que tanto la Geografía como la Historia realicen o aquella mirada geohistórica que brinden de alguna cuestión rural.
Schneider y Tartaruga (2006) sostienen que el enfoque territorial se presenta como una noción que permitirá explicar el papel de los entornos en las que están insertas las comunidades y del espacio social como factor de desarrollo. A su vez, afirma que el territorio pasa a ser entendido como una unidad de observación, actuación y gestión para la planificación estatal. En este sentido, el enfoque territorial permitirá indagar en aquellos factores que influyen en la planificación de políticas económicas. Territorio y paisaje se conjugan en el estudio de una región geográfica en la Provincia de La Rioja.

En este estudio, se utiliza el enfoque regional como base para el análisis del paisaje y eso nos permite sostener que el paisaje es la traducción formal de los criterios funcionales utilizados para identificar a los espacios. La Geografía del Paisaje se encarga del estudio de los paisajes tanto naturales como humanizados (paisaje rural y paisaje urbano).  El paisaje rural será, por lo tanto, la expresión plástica de las funciones rurales y comprende el estudio de los paisajes agrarios, silvícolas y de poblamiento.  Como se puede observar el esquema elaborado por Díaz Alvarez, Ramón (1982) cuando establece la relación y el significado de los paisajes agrarios en un proyecto global de estudio paisajístico.

La Región del Bermejo, La Rioja está conformada por el Departamento Vinchina al Norte, el Dpto.General Lamadrid en el centro y el Dpto. Coronel Felipe Varela en el sur y cubre una superficie de 25.697 km2 que corresponde al 28,6 % del total provincial y se encuentra limitada por la Precordillera riojana al Oeste y por el Sistema del Famatina al Este. El Valle del Bermejo (que recorre el centro de la región) constituye el relieve más apto para el asentamiento humano porque posee las mejores condiciones para su hábitat, para el desplazamiento, para las prácticas agrícolas-ganaderas, etc. El mismo esta recorrido en su parte central por el Río Vinchina o Bermejo (y en el país conforma el sistema del Desaguadero).

Configuraciones del paisaje urbano en la Región del Bermejo-La Rioja

Espacio urbano: perspectiva contemporánea de abordaje teórico y metodológico

Magister Adriana Mercedes González
El curso de espacio urbano tiene como propósito ahondar en las perspectivas teóricas y metodológicas más frecuente utilizadas para la explicación de los problemas que afectan al espacio urbano.
Desde esta perspectiva y considerando los estudios realizados desde la Geografía Urbana del siglo XXI, se plantea el abordaje de las configuraciones del paisaje urbano en la Región del Bermejo en la Provincia de La Rioja.
El paisaje se convirtió desde principios del siglo XIX en objeto esencial de la Geografía. En este marco, se plantea en este informe el estudio del paisaje urbano en la Región del Bermejo como unidad de análisis, partiendo de la hipótesis de que el actual paisaje en la región mencionada  se encuentra en estrecha relación con el crecimiento de la población a través del tiempo y con la búsqueda de modelos de ciudad que se adecuen a las exigencias de la globalización produciendo lentas transformaciones del paisaje urbano en el período 1990-2010. En este contexto, el paisaje resulta de la relación entre tres niveles de la configuración: “una estructura en que se fundamenta, una forma en que se materializa y una faz en que se manifiesta” (Martínez de Pisón, 1998).  A su vez, el paisaje es la expresión de las tramas relacionales que se establecen entre la sociedad y el territorio y este análisis nos permite aproximarnos a las fuerzas que han contribuido en su configuración, en este caso en una región de la Provincia de La Rioja.
La región estudiada está conformada por tres departamentos: Vinchina (al Norte), General Lamadrid (en el centro) y Coronel Felipe Varela (en el sur). En ella, encontramos configuraciones paisajísticas con numerosas variantes en relación a los tres departamentos y relacionadas a las disparidades en el crecimiento y distribución de la población, en el uso del suelo y del agua según las actividades económicas que se practican dando lugar a transformaciones lentas en el paisaje urbano.
En la Región del Bermejo, algunos asentamientos mantienen las características de su origen: surgieron como asentamientos rurales o distritos y permanecen así a lo largo del tiempo (Ej.Jagué, El Condado, Los Loros, Parecitas, Banda Florida, Aicuña, Pagancillo). Otros crecen y se transforman en asentamientos mayores o ciudades (Villa San José de Vinchina, Villa Castelli, Guandacol, Villa Unión). Esta transformación se relaciona con tres aspectos: las variaciones en el tamaño de la población (es decir, si aumenta o disminuye el número de habitantes), las variaciones en el desarrollo de las actividades económicas y las vinculadas a la administración del Estado (si aumentan o disminuyen su variedad y complejidad y su efecto generador de empleos y ocupación) y las variaciones en las construcciones (si aumenta el área construida con viviendas y otro tipo de equipamiento e infraestructura de servicios).
Los elementos a observar en el paisaje urbano que permitan establecer la existencia de impactos de la globalización son los relacionados a la estructura urbana, al paisaje urbano, al impacto de artefactos globales, al reducido crecimiento demográfico, a la fuerte ingerencia empresarial (empresas privadas de turismo), entre otros.
a-La estructura urbana en la región estudiada refleja cinco grandes componentes que son el resultado del impacto de la globalización: redes (ampliación de la red de agua potable desde el centro de la ciudad hacia las periferias, gestión en Nación de la red de cloacas, ampliación de la red eléctrica desde el centro hacia la periferia), comunicación (es decir, los medios que utiliza la población para desplazarse dentro de la ciudad, como el surgimiento de taxis y remises como medios de transporte urbano o minibús como transporte de turistas en las zonas de patrimonio cultural más importantes), actividades de la población (comercios, servicios y recreación adaptados al turismo), espacios adaptados (abiertos como calles, plazas, parques o clubes donde se realizan actividades para el turismo o cerrados como hoteles, hospedajes y equipamiento) y accesibilidad (capacidad de aproximación entre los anteriores elementos).
En síntesis, las actividades que la población realiza (habitar, trabajar, comerciar, recrearse, etc) se llevan a cabo en espacios adaptados para cada tipo de actividad (viviendas, hoteles, comercios, parques, clubes). Estos espacios son abastecidos por las redes (agua, electricidad, internet) que también desalojan los desechos (drenaje), haciendo posible que estas actividades se lleven a cabo. La población y las mercancías se mueven conectando las diferentes actividades (casa-trabajo, comercio, recreación-turismo). Este movimiento se hace a través de los medios de transporte y la vialidad (comunicación). La accesibilidad se genera a partir de la posición de estos elementos dentro de la ciudad, generando dificultades o facilidades para que se interrelacionan.
b-Otros elementos del paisaje urbano:
-Vías: las rutas de circulación que utiliza la gente para desplazarse han logrado mantenerse en buen estado para brindar al turista una imagen de ciudad ambientalmente limpia. Se han construido ciclo vías al ingreso de Villa Unión, Vinchina y Guandacol, se han cubierto aquellos canales que antes estaban descubiertos en el centro de las ciudades, etc.
-Bordes: constituyen límites de una zona de la ciudad que en la región estudiada lo es el Río Bermejo ubicado en la margen Oeste de las ciudades. En el caso de la Ciudad de Villa Unión tiene otro limitante que es el Embalse Lateral en el Este, por lo que la trama urbana se extiende en sentido Norte-Sur. Las restantes ciudades no encuentran obstáculos de dispersión.
-Distritos (barrios): en cada ciudad se identifica: el centro tradicional y rústico (con viviendas tradicionales alternadas con edificios nuevos y comercios) los establecimientos educativos y universitarios en una franja intermedia y los barrios residenciales en una siguiente franja.
-Nodos: son los puntos estratégicos de la ciudad (centro de actividades, lugar de convergencia de importantes calles, puntos de terminación de transportes, etc, es decir, son sitios en que se da mayor confluencia de la población, como los clubes, las plazas principales de Villa Unión, Vinchina y Guandacol, las terminales de pasajeros, entre otras).
-Hitos: son los elementos físicos que visualmente son prominentes dentro de la ciudad, como “la Loma”, el monumento “peón viñador” en Villa Unión,  el museo y las iglesias en Vinchina, la Casa de Felipe Varela en Guandacol.
Cuando hablamos de elementos a preservar en el paisaje urbano para garantizar la protección simbólica del patrimonio cultural hay que hacer referencia a los artefactos. Los artefactos que se identifican en el paisaje urbano en la región del Bermejo son el producto de lo impuesto por el mundo global: grandes hoteles, casinos, restaurantes, estaciones de servicio, oficinas de turismo, entre otras. En este caso, están ligadas al desarrollo del turismo en la región y al intercambio con chile.
Según E. Murcia, “en la ciudad hay subsistemas de actividad (empresas, instituciones, familias, etc) que se localizan en el espacio urbano, y subsistemas de movimientos” (Bolós, 1992). Por ello, se combinan espacios creados por la trama urbana y movimientos causados por el transitar de la población urbana, circulación de información y comunicación. El paisaje adquiere un carácter dinámico porque son dinámicas las relaciones que establece entre lo natural y lo humano. Es necesario por ello, considerar el tiempo (histórico y reciente) en la comprensión de la diversidad paisajística y en las propuestas para su gestión. Se suma a esto, la idea de que el tiempo histórico es un componente fundamental en la urbanización, contribuyendo de manera decisiva a su interpretación y atribuyendo al mismo tiempo valor patrimonial.
En este contexto, los elementos a preservar en el paisaje urbano son las iglesias o capillas y las viviendas tradicionales de adobe por su valor patrimonial cultural. Todas ubicadas en el centro de las ciudades.
Entre los instrumentos teóricos que permitan explicar la existencia de conflictos entre integración y segregación socio espacial urbana encontramos: bajo nivel de gobernabilidad de los conflictos sociales (por ejemplo para resolver impacto ambiental causado por las empresas mineras o para resolver problemas de desempleo).

En cuanto a las estrategias metodológicas que permitan dar cuenta de expansión territorial de las ciudades, crecimiento urbano y segregación socio espacial se han considerado los aportes de Precedo Ledo (2004), Coraggio (1997), Hidalgo, Rodrigo, Ricardo Trumper y Axel Borsdof (2005). Es así que, Andrés Precedo Ledo (2004) se refiere al posicionamiento de distintas ciudades en el sistema global afirmando que la globalización trajo el incremento de competencia entre ciudades en la segunda mitad del siglo XX. Por ello, las ciudades pequeñas como las ubicadas en la región del Bermejo, buscan un nuevo escenario de posicionamiento, sufren la reestructuración en el sistema urbano ligada al incremento de la población y a la expansión de la trama urbana, donde adquieren mayor protagonismo las actividades turísticas (por su cercanía a áreas consideradas de Patrimonio cultural y natural), comerciales y de servicios.
En la Región estudiada las políticas regionales apuntan a la búsqueda de modelos alternativos como respuesta a los problemas territoriales generados durante el proceso de globalización. El modelo reinante se sustenta en la teoría del desarrollo territorial integrado propuesto en este caso por las políticas del acuerdo ATACALAR que propone la expansión territorial de la ciudad y la articulación territorial.
 Es preciso aclarar que en la región del Bermejo las zonas urbanizadas cumplen función de núcleos que concentran actividades comerciales, turísticas y administrativas. Constituyen sede de los servicios básicos a los que poblaciones rurales pueden acceder: salud, educación, comunicación, seguridad, comercios, bancarios, etc. En el caso de Villa Unión, el turismo aparece como un instrumento capaz de generar nuevos espacios de crecimiento y desarrollo territorial no tan solo en el Departamento Coronel Felipe Varela sino en toda la Región Valle del Bermejo, siendo el generador de toda la actividad turística, el Parque Nacional Talampaya, declarado por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.
Cobran además, importancia  las nuevas políticas de integración Argentino- Chilena, abarcando la Región Valle del Bermejo( La Rioja- Argentina, región en estudio) y la Región III Atacama, Copiapó (Chile) en diferentes aspectos sociales, políticos, culturales, educativos, y principalmente la implicancia que genera en el desarrollo turístico a ambos lados de la cordillera, y que más allá de ser un espacio físico que nos divide, nos une socialmente, como lo define Susana Bandieri: la frontera “como espacio social”. Las mencionadas regiones están articuladas por el Paso internacional Pircas Negras.
En síntesis, el turismo en la Región del Valle del Bermejo, está en una etapa de continuo crecimiento y ello genera una participación activa del sector público como privado (por medio de las Secretarias de Turismo) y el asentamiento de la población urbana en las localidades cabeceras. La actividad turística en los últimos 10 años está marcando los índices más altos de turismo nacional e internacional en La Rioja, más específicamente en la Región del Bermejo, incremento que vino acompañado con nuevos servicios como lo son establecimientos hoteleros y extra hoteleros, restaurantes, agencias de viajes,  nueva diagramación de circuitos en cabalgatas, cuadriciclos, expediciones (al Crater Corona del Inca y Laguna Brava, al Parque Nacional de Talampaya, a Anchumbil, Banda Florida, Guandacol), entre otros servicios que complementan a la actividad turística en la Región.
También es necesario acotar la importancia del Paso por Pircas Negras, uniendo a la 3° Región de Atacama, que genera la integración hacia ambos lados por medio de la cordillera de Los Andes que permite  que se realice en el mes de enero la Expedición de Zelada y Dávila, valorizando los aspectos culturales de su importancia histórica. En aspectos educativos y culturales, la integración con el vecino país está permitiendo que por medio de un decreto firmado entre ambos gobernantes de Copiapó y La Rioja, alumnos chilenos realicen sus estudios académicos universitarios en la Universidad Nacional de La Rioja, y la Fundación Barceló. Otra estrategia es la propuesta por Saskia Sassen (2007) en su obra “Una sociología de la globalización”.
Bibliografía
-Bolós, María de: “Manual de Ciencia del Paisaje: teoría, métodos y aplicaciones”. Masson S.A colección de Geografía- Barcelona, 1992.
-Borja, Jordi (2007) “Revolución y contrarrevolución en la ciudad global. Las expectativas frustadas por la globalización en nuestras ciudades”. Rev.EURE.
-Cosgrove, Denis (2002): “Observando la naturaleza: el paisaje y el sentido europeo de la vista”. Universidad de California- Boletín de la A.G.E Nº 34
-Corggio, José (1997): “La política urbana frente a la globalización”. Rev.EURE
-Hidalgo, Rodrigo- Ricardo Trumper y Axel Borsdof (2005): “Transformaciones urbanas y procesos territoriales. Lecturas del nuevo dibujo de la ciudad latinoamericana”. Serie GEO libros PUC-Chile.
-Matta Olmo, Rafael- Fernández Muñoz, Santiago (2002) “Paisaje y ordenación del territorio: propuestas para el paisaje del área Metropolitana de Murcia”-Dpto.de Geografía, Universidad Autónoma de Madrid- IV congreso Internacional de ordenación del territorio, Zaragoza (España)
-Precedo Ledo, Andrés (2004): “Nuevas realidades territoriales para el siglo XXI”. Editorial síntesis- Madrid, España.

-Sassen, Saskia (2007): “Una sociología de la globalización”. Katz editores- Buenos Aires, Argentina.

La imaginación político-territorial de la Argentina

Teoría Política
Lic. Adriana Mercedes González
Magister en Estudios Sociales

La temática de análisis corresponde a los textos “Postales Argentinas” de Graciela Silvestri y “Buenos Aires y el país: figuraciones de una fractura” de Adrián Gorelik. Ambos, nos permiten la reflexión sobre la visión del país y la idea de la patria que se construyó en los primeros años del siglo XX; como así también, de la contraposición entre Buenos Aires y el país, el desvanecimiento de esa contraposición (tiempos más tarde) y la forma en que se multiplica la fractura como base del nuevo modelo de país, a raíz de la modernización.
El primer texto, reconoce que a fines del siglo XX  estaba instalada la necesidad de articular las formas de la naturaleza local con la argentinidad y que la imagen del territorio nacional  se resumía para los argentinos en cuatro imágenes paisajísticas: Buenos Aires (paisaje de las pampas), El Tupungato (paisaje andino), las Cataratas del Iguazú (zona tropical), Tierra del Fuego (paisaje austral). Graciela Silvestri sostiene: “es a fines del año 1930 que se consolida una forma común de entender y apreciar el territorio argentino, forma que se resumía en un grupo limitado de imágenes paisajísticas referidas a escenas existentes, que para ser legitimadas como dignas embajadoras de nuestra tierra debían cumplir con dos características: ser sublimes y naturales”-1-
De esta manera, el Correo Argentino refleja esta idea y lo demuestra incorporando en su primera serie paisajística en 1939 varios paisajes que luego se institucionalizan como nacionales: a las Cataratas del Iguazú y a dos vistas del Parque Nahuel Huapi; más tarde: a la Quebrada de Humahuaca y el Fitz Roy y a mediados de los años 30, a la Pampa, el Cristo Redentor (en Mendoza) y el Puente del Inca. Por ello, Silvestri reconoce a la naturaleza como el único capital, en ese entonces y afirma: “era el suelo el anclaje firme de las representaciones”-2-
Además, reflexiona y se interroga constantemente sobre las tramas culturales, técnicas y materiales que contribuyen a la identificación de estos paisajes como emblemas argentinos, aclarando, de alguna manera, que la noción del paisaje lleva implícita  la belleza natural. Es así, que los medios más habituales para representar paisajes lo constituyen en éste siglo, la fotografía y el cine y los paisajes reproducidos constituyen el instrumento más importante en la construcción de la idea de patria.
Una serie de prácticas sociales, testimonian el estado de esta cuestión: los viajes turísticos o periodísticos (pasatiempo de postales, cromos y estampas) y la enseñanza de la Geografía en las escuelas. En el primer caso, los viajes y postales conformaban una educación pictórica novedosa ya que los primeros álbumes de postales se articulaban con las primeras guías turísticas y mejoraban en su reproducción constantemente. Si bien, apasionaba a las mujeres, acercaba a los hombres en general a las tierras lejanas mediante la difusión de paisajes turísticos. El tema de representación en las postales, era el progreso donde variaban desde edificios públicos, calles, plazas, puertos, montañas, sierras o mar. Así, numerosos paisajes naturales o artificiales fueron recobrando un interés distinto pero que no alcanzaban a fijar valores característicos de regiones naturales que permitieran condensar el patrimonio patrio. Sin embargo, el espíritu nacional ha sido objeto de crítica en los estudios referidos a la literatura, a la enseñanza pública y a la pintura. Constituye un ejemplo claro, el hecho de que los  pintores: ”Giudice, Ballerini, Sívori o Mendialaharzu como los primeros en incursionar en paisajes con carácter propio, “liberados” de las escenas de costumbres e inspirados en la tierra nativa…”-3-. La pintura de paisaje resulta una de las claves para acceder al ideal de una pintura nacional. Otro ejemplo, nos permite analizar la crítica realizada hacia las estampas y definidas como “dibujo anémico, banal y superficial hasta el fastidio”. Otro tanto, cobra significatividad cuando se critica el desfasaje entre lo que proponían los diseños curriculares de la época y lo que se impartía como arte en las escuelas y donde Malharro en su obra “El dibujo en la escuela primaria” explica que el objetivo no es formar artistas, sino preparar para las exigencias múltiples de la vida, en relación con las líneas generales que imparte el Ministerio para todas las materias: “El tema no era el conocimiento del arte sino la utilización de la habilidad o el apoyo a otras asignaturas”-4-
En el segundo caso, la enseñanza de la Geografía en las escuelas operó en el cruce entre las imágenes paradigmáticas y el sentimiento nacional consolidando su propósito en el estudio de paisajes y de regiones argentinas. Se realizó, por lo tanto, la identificación de caracteres homogéneos regionales desde el poder central, reuniendo figura y significación.: “La Geografía es el estudio que más cautiva a los niños por cuanto sólo pide memoria sin ejercicio de la razón. Así es que en las escuelas donde hay grandes mapas murales, se comienza la Geografía con la lectura, pues los ojos bastan para aprenderla, y en los tratadillos preciosos norteamericanos más papel hacen las figuras de animales peculiares de cada país y los trajes de los habitantes, que las palabras que los explican”-5-   Es así, que autores como Acevedo Díaz (1940) en su obra “Grandes Regiones Naturales Argentinas” caracteriza a la región andina, a las llanuras chaco-bonaerenses, a la Mesopotamia y a la meseta patagónica y Federico Daus (1944) escribe e identifica 8 subregiones: regiones de montaña, el Chaco, la Mesopotamia, la Pampa oriental y occidental, la Patagonia extraandina y la Antártida.
Como ya se dijo, los paisajes considerados como representantes de la nación argentina cumplen con dos características: son sublimes y naturales y deben diferenciarse lo suficiente entre ellos para representar a las riquezas del país. La clave está en la forma y las cualidades que se le exigen para conservar el sentimiento patriótico (orgullo, pasión, claridad o nobleza del lenguaje y sensación de infinitud). Es de destacar que la dimensión de lo sublime patriótico, apoyada en el misterio natural remite a fecundidad económica y al poder.
Silvestri sostiene: “Las características de la forma no hablan sólo de la imagen, sino también de la idea de patria que se construyó. Las formas de visión son formas de comprensión del mundo; se encuentran dentro del horizonte posible, en cada época, de la actividad formadora de imágenes, pero, especialmente cuando se acomodan a esquemas convencionales de tan larga duración, hablan también de la forma en que se quiere presentar al objeto, sabiendo que éste sin duda causará, dentro de esa retórica recurrente, el efecto calculado”.-6  -
Múltiples son los ejemplos que aluden a la forma y al significado que se le otorga a los paisajes argentinos: la obra “Mis montañas” de Rafael Obligado (1893) que caracteriza a la Cordillera de los Andes, la obra “La Cautiva” que caracteriza a la llanura, la obra “El paisaje argentino en función del arte” de Carlos Quiroga quien critica la regionalización y a su vez, la complementa con otros autores. El tema de la pampa ha sido profundizado por la crítica literaria y estética; sin embargo, pocos textos se encuentran relacionados con los paisajes de las Cataratas del Iguazú y el área de Nahuel Huapi y carecen de representaciones literarias, plásticas o arquitectónicas.
En síntesis, el paisaje ha sido entendido de dos maneras complementarias. Puede significar tanto un fragmento del territorio observado, como la forma en que ese territorio es representado. Para Graciela Silvestri, las acepciones territoriales y artísticas del paisaje no pueden diferenciarse. La construcción del paisaje es un proceso de larga duración que involucra la participación activa de diversos agentes del sistema cultural. Las tecnologías de la movilidad y las experiencias turísticas constituyen un aspecto destacado en la producción de los paisajes del siglo XIX, y han sido prácticamente desestimados por la historiografía.
Siguiendo esta dirección reflexiva, vale la pena continuar con la obra de Adrián Gorelik: “Buenos Aires y el país: figuraciones de una fractura” que supone analizar las causas de la contraposición entre Buenos Aires y el país que se generó a lo largo de los siglos XIX y XX y una cantidad de figuraciones que se hicieron capaces de irradiar la historia argentina. Más que identificar oposición entre ideologías en esta obra, se trata de comprender la conformación de una verdadera especialización de los sentidos de la nación. Es la Geografía la que contribuyó a las interpretaciones argentinas sobre la posición de Buenos Aires como zona estratégica en el país (ubicada muy cerca del Mar Argentino, con una amplia salida al mar y que fue entrada estratégica para los colonizadores).
En el siglo XX surgen tres visiones del país que escaparon a la tradicional polaridad entre Buenos Aires y el país. La primera: propuesta por el regionalismo que busca pluralizar el mapa argentino incorporando todas las regiones del viejo país colonial a un catálogo de paisajes para lograr que la vieja Buenos Aires encontrara un lugar en el imaginario nacional junto a las demás regiones, que tenían menos transformaciones. Al respecto, Gorelik sostiene “Lo que este regionalismo parece buscar en su apelación comarcal es la formación de los diversos núcleos de anclaje de una cultura nacional homogeneizada por la tradición colonial-independiente; se trata, por ello, de un regionalismo débil”-7 -
La segunda visión del país es la llamada “pampeano-céntrica” que nos permite analizar la línea de representación del país centrado sobre la pampa y el análisis de la llanura como clave de los males argentinos. Es entonces, que Buenos Aires aparece como expresión de la Pampa y la Pampa como significado de argentinidad.
La tercera visión del país,  que predomina durante la mayor parte del siglo XX es la visión de fractura entre el interior y la metrópoli y como cita Gorelik: “…estructurando una serie blindada de asociaciones: interior sano versus metrópoli enferma; interior espiritual versus metrópoli materialista; interior propio versus metrópolis exótica”- 8  -
Ya en los años ochenta, el problema de la contraposición dejó de activar las imaginaciones sobre la nación. Es aquí, donde el autor formula tres hipótesis para explicar esta ruptura: primero, el surgimiento de nuevas y mayores fracturas a raíz de las oposiciones entre militares y la sociedad o para ser más clara: entre el autoritarismo y la democracia. Una segunda hipótesis, hace pensar en el tópico de los provincianos en Buenos Aires removiendo el ánimo antiurbano de los sectores progresistas dando lugar a que el anonimato de la ciudad sea leído como nuevo margen de libertad. Un tercer supuesto, la decadencia urbana de Buenos Aires que emergía a la caída del régimen militar cambiando la tendencia demográfica y repercutiendo en Buenos Aires, que había debajo de crecer a costa de las ciudades menores del interior (que ahora registrarían mayores ingresos de población migratoria). Por último, la llegada de la democracia como hipótesis, ya que le otorga a la ciudad la función de espacio público, lugar de encuentro y de construcción política.
Un ejemplo en el que el autor se detiene es en la propuesta del traslado de la Capital a Viedma en 1986 por el Presidente Alfonsín. Propuesta, que para Gorelik afectaba el corazón de la vieja contraposición entre Buenos Aires y el país buscando una salida a través de la planificación y la redistribución homogénea de la estructura espacial de la Argentina.
El autor llega a la conclusión de que a pesar de que “la contraposición entre Buenos Aires y el país parezca haberse desvanecido no es porque se hayan resuelto los problemas que generaban la fractura, sino porque ha cambiado su propio carácter”-9 –
Bibliografía
1 y 2 Silvestri, Graciela: “Postales Argentinas” desde pag.111 a 135
3, 4, 5 y 6 Silvestri, Graciela: “Postales Argentinas” desde pag.111 a 135
7 y 8- Gorelik, Adrián: “Buenos Aires y el país: figuraciones de una fractura”- Pag.136 a 161
9- Gorelik, Adrián: “Buenos Aires y el país: figuraciones de una fractura”- Pag.136 a 161


IDENTIDAD E INSTITUCIONES SIMBÓLIAS: REPRESENTACIONES SUBALTERNAS EN LA CULTURA ARGENTINA


La máquina Cultural
Lic. Adriana Mercedes González
Magister en Estudios Sociales
Si bien el presente curso y la trayectoria del programa revisa la emergencia de lo popular en la cultura argentina, en una perspectiva diacrónica que permite comprender, entre el siglo XIX y XX, la mirada sobre el objeto y las violencias que lo atraviesan; elegí para analizar la identidad en el texto de Beatríz sarlo “La Máquina Cultural” y sobre todo el capítulo I que hace referencia a “cabezas rapadas y cintas argentinas”, una narración llena de historias que me cautivó a realizar este ensayo porque me sentí identificada con el mismo, por ser docente que culminó con el secundario en la Escuela Normal de La Rioja y escuché de mis formadores historias similares de esa época.
En la obra “La máquina cultural”, Sarlo habla del pasado en función del presente inmediato, donde plantea un  relato en primera persona como si se tratara de una ficción, para luego volver a una tercera persona que reconstruye tramas dispersas o hasta ahora perdidas en la memoria de los otros. Este estilo con que fue escrito está dedicado a la opinable cultura y es un estilo diferente al resto de sus obras.
            En el capítulo I de la obra las historias se contextualizan a principios del siglo XX  en Argentina. Una de ellas, al comienzo del capítulo I, hace referencia a la maestra llamada “Rosa Justina del Rio “ que realizó sus estudios en una célebre escuela normal, donde los docentes operaban como una gigantesca máquina de disciplinar y homogeneizar a los sectores populares. Es aquí, donde se describe a la escuela como una “máquina de imposición de identidades”, conteniendo además la promesa de condiciones de vida más rica, tanto desde los aspectos simbólicos como de los materiales. Una cita textual dice al respecto: “La escuela es la gran antorcha colocada en medio de las tinieblas de la ignorancia; en su recinto están los maestros, apóstoles de la ciencia, encargados de reunir en torno de ellos a los niños para disipar, con la luz de la verdad, las sombras que obscurecen las inteligencias sin cultivo, y enseñarles a distinguir el bien del mal, grabando en sus corazones los medios de practicar la virtud y huir del vicio”- 1 -
La historia cuenta que Rosa del Rio, nació en Argentina, su madre (Ernestina Boicocchi) había llegado a esta nación desde Italia, siendo muy pequeña y su padre era gallego (Manuel del Rio). Su familia estaba conformada además por  8 hijos, de los cuales ella, era la 4 hija. Trascienden en las primeras historias, relatos de su niñez y de su familia hasta el ingreso a la Escuela Normal, donde se abre un mundo nuevo para ella porque encuentra en la escuela, un mundo de relativa abundancia simbólica. Una cita afirma este pensar: “la lectura no fue para mí una vocación, nada de eso, como lo es en otras personas, sino una necesidad: la radio no existía, las revistas eran demasiado lujo para nosotros, quedaban los libros de la escuela. Por eso, siempre que fui maestra y directora le di una importancia fundamental a la lectura”- 2 -De eso, ella rescata lo bueno y lo que después le serviría como docente: “aprendiendo lo que después iba a enseñar como maestra y aprendiendo a enseñarlo de un modo bastante diferente de cómo me lo habían enseñado a mí”- 3 -.
Con posterioridad, también se relatan historias de su ingreso al profesorado y de todo lo que aprendió; incluso evaluaba lo que sería útil para sus alumnos en esa época y aquello que no les serviría: “Pero, a mí la experiencia me servía de sentido común. Yo sabía que esos chicos tenían que aprender a leer bien, incluso era más importante que supieran leer a que supieran escribir”- 4 -. Define entonces, a la escuela como un factor importante en la formación de las personas, tanto moral como físicamente. Aconseja así, a sus colegas: “hagan lo posible por dignificar la enseñanza de la lectura corriente, procurando realizar con ella los tres propósitos: que al leer, el niño entienda, piense y sienta, si es posible”-5-. Beatríz Sarlo caracteriza a la maestra  como una docente joven, de 20 años de edad, innovadora, valiente y muy severa con la disciplina, quien se ocupaba,  desde su primer trabajo en la escuela, de mantener ocupado a los niños para evitar la indisciplina: “pensaba que se podía agrupar a los chicos según las dificultades que tuvieran y hacer que los más inteligentes ayudaran a los otros…”-6-
Fue directora por primera vez en la escuelita de la calle Olaya en 1921. Llegó con la escuela recién fundada y en el momento en el que el Consejo de Educación propone el modelo de la escuela activa. Ahí, comenzó a poner en práctica lo que ella pensaba, mantener a los niños entretenidos todo el día sosteniendo que a la escuela no venían a aprender materias sino a aprender cosas, explicarse fenómenos de la naturaleza, procesos, tareas y era la interrelación de temas en la semana, la estrategia metodológica que utilizaba. Esto destacaba la figura del Director como entidad superior.
Rosa, era el ejemplo viviente de esa posibilidad de movilidad social, y, en consecuencia, la portadora de esta ideología, con todos sus matices y contradicciones, entre otras cosas, con un autoritarismo frente a cualquier manifestación de diferencias culturales. Esas diferencias debían ser absorbidas en el poderoso imaginario del trabajo: el respeto, la familia y la estructura de la nación.
Sarlo continúa la narración de ese barrio donde se ubicaba la escuelita en la que por primera vez, fue directora: “aquel era un barrio pobre, con muchas familias que vivían en conventillos, medio amontonados todos en casas de inquilinato con pasillos largos, piezas que daban a patios estrechos, lugares sin luz donde se comía, se cocinaba, se trabajaba y se dormía, baños comunes, cocinas de brasero e a puerta de las piezas”-  7 -
Beatríz Sarlo desarrolla la historia con dos acontecimientos trascendentales en la escuela de la calle Olaya donde Rosa fue directora en 1921: primero, el de una maestra que ante la amenaza de piojos, en la escuela que dirigía, decide rapar las cabezas de sus alumnos varones. Segundo, el acontecimiento de un acto escolar, donde sorprende a la comunidad, al ver que los niños y niñas portaban cintas argentinas producidas por ella.
Al referirse al primera escena, Sarlo describe el primer día de clase en el que Rosa observa a las madres de los chicos acercarse a acompañarlos a la escuela, nerviosas, tímidas y calladas ya que no era cotidiano salir a lugares públicos argentinos. Continúa diciendo: “esos chicos no parecían muy limpios, con el pelo pegoteado, los cuellos sucios, las uñas negras. Yo me dije, esta escuela se me va a llenar de piojos”- 8 -Y así toma la iniciativa de enseñarles higiene. Buscó un peluquero y en patio de la escuela frente a la presencia del portero y ella, la directora, ordenó se le cortara el pelo a todos los chicos bajo su responsabilidad  explicándoles que ella aspiraba a una escuela modelo en el barrio, que había que cuidar su limpieza: “Y que, en primer lugar, todos nosotros debíamos venir limpios y prolijos a la escuela y que lo primero que teníamos que tener prolijo era la cabeza porque allí andaban bichos muy asquerosos, que podían traerles enfermedades”- 9  -. Después de eso y con mucha audacia, ordenó a las niñas soltarse el cabello y pasarse el peine fino para quitar los piojos. Con el tiempo, las madres comprendieron como debían sus hijos asistir a la escuela. Algunos críticos sostienen que los rapaditos no protestaron por dos razones: porque no existían las instituciones societales que canalizaran el malestar y porque esas personas se sentían inseguras, desconociendo sus derechos como habitantes en un país que recién comenzaban a conocer. Luego de eso, la directora supo explicar a sus maestras como tenían que ser las lecciones: prácticas y con mucho material auxiliar para que los alumnos entendieran el tema y aprendieran haciendo.
Al referirse a la segunda escena, Sarlo describe la participación de la escuela en un desfile en la Plaza de Mayo. El espectáculo era importante porque asistían alumnos de todas las escuelas de la Capital y de otras provincias y para diferenciarse de ellos, la Maestra Rosa propuso confeccionar con taffetas blancas y celestes, moños para que portaran los varones y vinchas para el cabello de las niñas. Y les dijo a las maestras: “Este año, el 25 de Mayo vamos a repartir las cintas y los moños a todos los alumnos. Y así fue”-10-. Rosa logró identidad para su escuela ya que todos reconocieron y aclamaron la presencia de los alumnos y docentes de la noble escuelita. Esto es llamado por algunos críticos de la obra de Sarlo: el corolario estético.
En síntesis, las historias demuestran a la escuela pública como máquina cultural y en ella, a una maestra que decide reformar conductas desde su rol docente y con buenas intenciones pretendiendo transformar a jóvenes o niños desde su perspectiva. “Ambos hechos están unidos por el hilo, no demasiado secreto, de un imaginario educativo implantado por el normalismo y que las maestras llevan a la práctica de las maneras a veces más extremas”- 11-. La escuela debía enseñar a los niños en esa época, lo que no aprendían de las familias: la higiene, el patriotismo y el respeto por la cultura y la nación.
Una característica importante de la obra es que la misma refleja que la cultura era un capital a adquirir y no un conjunto de valores que debían desenterrarlos del pasado paterno o de la vida cotidiana. La escuela brindaba un inventario de materiales culturales: tizas, láminas, figuras, poemas, mapas, libros, etc.que atraían a los niños en esa época y que no encontraban en otro lugar. A su vez, la escuela era un lugar donde la mujer se emancipaba, donde las primeras maestras, que como Rosa, encontraron el paradigma pedagógico no sólo la realización cultural personal sino también un trabajo socialmente prestigiosos.
El imaginario de Rosa se forma en un marco institucional fuertemente voluntarista en sus operaciones de imposición de una cultura. “El modelo de cultura al que se incorpora implica una separación y un corte respecto del barrio y de la casa”-  12 -. Pero también se dice que la adaptación fulminante a la escuela se realiza en ausencia de otros discursos como los de los medios de comunicación que compiten con la escuela, actualmente.
Beatríz Sarlo nos describe a Rosa del Río como un producto del normalismo y de la escuela pública: un robot estatal “identificado poco criticamente con los objetivos de la institución de la que formaba parte y que le había permitido a ella misma recorrer un camino exitoso”-13  -
En conclusión, la obra se refiere al análisis de la identidad a través de relatos de una maestra que revela el comportamiento de las instituciones simbólicas en el siglo XX en Argentina.
Obra analizada:
Sarlo, Beatríz: “cabezas rapadas y cintas argentinas”, en La máquina cultural, Buenos Aires, Ariel, 1999.